CARLES GÁMEZ
BABELIA - 23-02-2008
Motown, music, money, sex and power". Así resumía el escritor Gerald L. Posner la historia del totémico sello discográfico en su crónica biográfica. El pasado día 10, su creador y alma máter, Berry Gordy, recibió un premio honorífico a su carrera como productor en la entrega de los Grammy. Entre los músicos de su escudería que lo acompañaban esa noche se encontraban Stevie Wonder, Smokey Robinson y Eddie Holland, pero se echaron en falta en la fiesta dos nombres destacados del firmamento Motown que hicieron su carrera bajo su producción: Michael Jackson y, sobre todo, Diana Ross.
Ausencias aparte, el Grammy abrió el calendario conmemorativo de los primeros cincuenta años de la marca discográfica que puso la música negra, el soul, a la altura de los Beatles en números uno y ventas y dejó para la posteridad un sonido, Motown, y un índice de canciones que, aunque sonaran como "si hubiesen sido compuestas por una computadora", en palabras del legendario Nick Cohn, reconocía su cualidad de "clásicos del pop". Después de que Chuck Berry y Little Richard se encargaran de dejar constancia de que el rock and roll también era cosa de negros, para algo la madre del cordero, el rhythm and blues, era materia prima de los chicos de color, y Ray Charles se convirtiera en el nuevo héroe de la América, del Rey Kennedy y sus Caballeros de la Tabla Redonda, Berry Gordy puso en marcha los motores de las turbinas melódicas de su ciudad natal, Detroit, y se lanzó a la conquista del sueño americano con unos cuantos dólares que le prestó su familia. Un sueño que pasaba por conquistar los oídos del público joven y blanco, que al fin y al cabo eran los que podían gastarse el dinero comprando sus discos. El éxito llamó a su puerta y el cartero no tuvo necesidad de llamar dos veces. Please Mr Postman fue un éxito en las voces de The Marvelettes y su primer número uno. Beatles y Carpenters también dejarían sus huellas sobre la canción.
Su escudería comenzaba a funcionar a ritmo de autores como Smokey Robinson, que cambió su carrera de ingeniero electrónico por la del compositor y se convierte en mano derecha de Gordy y uno de los puntales de la casa. Los tres mosqueteros, Eddie y Brian Holland y Lamont Dozier, por su parte, se entregaron en cuerpo y alma a escribir las páginas de oro y platino de la casa y una buena parte de sus números uno. Ritmo pegadizo y una potente base rítmica -imposible no mover los pies a las primeras de cambio- y unos estribillos pegajosos sirvieron de base para señalar durante casi una década éxito tras éxito las listas de ventas. La fórmula comercial de Gordy no era para los seguidores del Festival de Newport sino para los espectadores de cada semana del show de Ed Sullivan. La gran ocasión llega con un trío juvenil llamado The Primettes que cambiarán por el más potente, The Supremes. De las tres, Diana Ross es la que destaca por su físico y voz de gatita sexy ejerciendo sus condiciones de líder desde el centro del terceto. Chicas de oro para la Tamla, Gordy hará de ellas el conjunto preferido de la América blanca que descubre por fin un grupo de color que no sudaba en escena y que tienen el buen gusto de una Jackie Kennedy vistiendo. La historia del trío, como suele ocurrir muy a menudo en el espectáculo, acabará haciendo agua y Diana Ross, después de poner una temporada su nombre por delante del grupo, acaba independizándose para convertirse en diva al gusto de Las Vegas. Peor suerte corrió Florence Ballard, una de las componentes del grupo a la que le tocaría escribir la cara b de la historia de The Supremes. Una crónica que, aunque mucho más edulcorada, ha servido de punto de partida para el musical Dreamgirls, después trasladado a la pantalla con Beyoncé como reencarnación plastificada de Diana Ross. Seguramente a causa de esta licencia musical perpetrada por los autores del musical y que no ha acabado de dejar muy tranquilo al patriarca Gordy, éste, aprovechando los fastos conmemorativos de la Motown, se prepara para realizar su propia historia y comedia musical. Composiciones desde luego no le van a faltar a la hora de rellenar este libreto y, por supuesto, historias con alma, corazón y vida tampoco, aunque se cuidará de incluir los momentos más dolorosos reservados para los futuros dramaturgos que quieran escribir la crónica más oscura de la casa. Y desde luego material tienen, empezando por una de sus estrellas más vigorosas, Marvin Gaye, que después de recorrer todos los peldaños de la industria y la música acabaría sacrificado por su padre por culpa de su lascivia. Afortunadamente, Marvin Gaye ya había dejado algunos de los fragmentos musicales más intensos de la discográfica y coronado por What's going on, piedra angular del sonido soul, y de la música popular de la segunda mitad del siglo XX. Sin duda su figura merecerá un lugar destacado entre los protagonistas de los eventos que Berry Gordy se propone realizar para celebrar la marca, como una película documental y ediciones discográficas, que en todos estos años no han dejado de aparecer en el mercado, así como diferentes DVD recogiendo las actuaciones y programas de televisión más significativos de los intérpretes de la casa. En 2004, editado por Hiposelect Universal y Motown, apareció el primer cofre con los discos de 45 revoluciones publicados por la editora, una edición que ha continuado en sucesivos volúmenes y que contiene, entre otras perlas, versiones alternativas, promociones, rarezas no publicadas hasta entonces. Entre los protagonistas de esta efeméride, Motown 50 -así es como se titula el primer CD de promoción-, se cuenta con un posible revival de los Jackson Five ahora que Michael Jackson ya no vive en el País de Nunca Jamás y que ni el aniversario de Thriller ha conseguido recordarnos cuando tenía la piel más oscura y productores como Quincy Jones a su servicio. En sus momentos áureos como grupo infantil-juvenil, Jackson Five rivalizó con Bugs Bunny como personaje de animación.
A diferencia de otros sellos negros como Stax, que también acaba de celebrar su medio siglo de vida, la Motown y el ojo negociante de Berry Gordy supo olfatear las posibilidades de un mercado juvenil y blanco para sus artistas y canciones. Para algo le gustaba etiquetar su sonido como el de la "joven América". En la calle, los defensores de los derechos civiles se encaminaban hacia el Capitolio, pero en la radio y la televisión lo que se quería escuchar eran bailables canciones de amor o románticas baladas de desamor. Pero las cosas no siempre eran tan previsibles y cuando Martha Reeves & The Vandellas -representantes del soul más jondo- se pusieron a cantar Dancing in the streets, una canción compuesta por Marvin Gaye y Mickey Stevenson, más de uno entendió que aquello era una llamada a la insurgencia y la banda sonora de los motines callejeros que se produjeron en varias ciudades americanas a causa de disturbios raciales. Pero el sueño de Gordy no era ver que sus artistas acabasen mártires como los Black Panthers sino triunfar en las elegantes salas de fiesta y hoteles del Strip de Las Vegas, y desde luego lo consiguió. Encaminó sus objetivos en los años setenta hacia la televisión y Hollywood. Y a Diana Ross hacia la interpretación cinematográfica ni más ni menos que en un biopic sobre la diva del blues Billie Holiday que provocó más de un corte de digestión entre los seguidores del jazz. Diana había hecho suyo el título de su canción Ain't not mountain high enough y para su segunda intervención, Mahogany, hasta Berry Gordy hizo las veces de director.
En estos cincuenta años de actividad musical, el catálogo de la Tamla Motown ha reunido un menú de infarto con nombres como Temptations, que gracias a un productor como Norman Whitfield dejará sus sonidos más aterciopelados para descubrir su lado más enérgico en la pista de baile. Otro tanto hará con Marvin Gaye y un caramelo como I heard it through The Grapevine. Sumemos más nombres: Stevie Wonder, The Isley Brothers, Smokey Robinson and The Miracles, Four Tops, Commodores... Por supuesto que esta lista se merecía un museo, que ya lo tiene. Y una celebración, que en eso estamos. -
BABELIA - 23-02-2008
Motown, music, money, sex and power". Así resumía el escritor Gerald L. Posner la historia del totémico sello discográfico en su crónica biográfica. El pasado día 10, su creador y alma máter, Berry Gordy, recibió un premio honorífico a su carrera como productor en la entrega de los Grammy. Entre los músicos de su escudería que lo acompañaban esa noche se encontraban Stevie Wonder, Smokey Robinson y Eddie Holland, pero se echaron en falta en la fiesta dos nombres destacados del firmamento Motown que hicieron su carrera bajo su producción: Michael Jackson y, sobre todo, Diana Ross.
Ausencias aparte, el Grammy abrió el calendario conmemorativo de los primeros cincuenta años de la marca discográfica que puso la música negra, el soul, a la altura de los Beatles en números uno y ventas y dejó para la posteridad un sonido, Motown, y un índice de canciones que, aunque sonaran como "si hubiesen sido compuestas por una computadora", en palabras del legendario Nick Cohn, reconocía su cualidad de "clásicos del pop". Después de que Chuck Berry y Little Richard se encargaran de dejar constancia de que el rock and roll también era cosa de negros, para algo la madre del cordero, el rhythm and blues, era materia prima de los chicos de color, y Ray Charles se convirtiera en el nuevo héroe de la América, del Rey Kennedy y sus Caballeros de la Tabla Redonda, Berry Gordy puso en marcha los motores de las turbinas melódicas de su ciudad natal, Detroit, y se lanzó a la conquista del sueño americano con unos cuantos dólares que le prestó su familia. Un sueño que pasaba por conquistar los oídos del público joven y blanco, que al fin y al cabo eran los que podían gastarse el dinero comprando sus discos. El éxito llamó a su puerta y el cartero no tuvo necesidad de llamar dos veces. Please Mr Postman fue un éxito en las voces de The Marvelettes y su primer número uno. Beatles y Carpenters también dejarían sus huellas sobre la canción.
Su escudería comenzaba a funcionar a ritmo de autores como Smokey Robinson, que cambió su carrera de ingeniero electrónico por la del compositor y se convierte en mano derecha de Gordy y uno de los puntales de la casa. Los tres mosqueteros, Eddie y Brian Holland y Lamont Dozier, por su parte, se entregaron en cuerpo y alma a escribir las páginas de oro y platino de la casa y una buena parte de sus números uno. Ritmo pegadizo y una potente base rítmica -imposible no mover los pies a las primeras de cambio- y unos estribillos pegajosos sirvieron de base para señalar durante casi una década éxito tras éxito las listas de ventas. La fórmula comercial de Gordy no era para los seguidores del Festival de Newport sino para los espectadores de cada semana del show de Ed Sullivan. La gran ocasión llega con un trío juvenil llamado The Primettes que cambiarán por el más potente, The Supremes. De las tres, Diana Ross es la que destaca por su físico y voz de gatita sexy ejerciendo sus condiciones de líder desde el centro del terceto. Chicas de oro para la Tamla, Gordy hará de ellas el conjunto preferido de la América blanca que descubre por fin un grupo de color que no sudaba en escena y que tienen el buen gusto de una Jackie Kennedy vistiendo. La historia del trío, como suele ocurrir muy a menudo en el espectáculo, acabará haciendo agua y Diana Ross, después de poner una temporada su nombre por delante del grupo, acaba independizándose para convertirse en diva al gusto de Las Vegas. Peor suerte corrió Florence Ballard, una de las componentes del grupo a la que le tocaría escribir la cara b de la historia de The Supremes. Una crónica que, aunque mucho más edulcorada, ha servido de punto de partida para el musical Dreamgirls, después trasladado a la pantalla con Beyoncé como reencarnación plastificada de Diana Ross. Seguramente a causa de esta licencia musical perpetrada por los autores del musical y que no ha acabado de dejar muy tranquilo al patriarca Gordy, éste, aprovechando los fastos conmemorativos de la Motown, se prepara para realizar su propia historia y comedia musical. Composiciones desde luego no le van a faltar a la hora de rellenar este libreto y, por supuesto, historias con alma, corazón y vida tampoco, aunque se cuidará de incluir los momentos más dolorosos reservados para los futuros dramaturgos que quieran escribir la crónica más oscura de la casa. Y desde luego material tienen, empezando por una de sus estrellas más vigorosas, Marvin Gaye, que después de recorrer todos los peldaños de la industria y la música acabaría sacrificado por su padre por culpa de su lascivia. Afortunadamente, Marvin Gaye ya había dejado algunos de los fragmentos musicales más intensos de la discográfica y coronado por What's going on, piedra angular del sonido soul, y de la música popular de la segunda mitad del siglo XX. Sin duda su figura merecerá un lugar destacado entre los protagonistas de los eventos que Berry Gordy se propone realizar para celebrar la marca, como una película documental y ediciones discográficas, que en todos estos años no han dejado de aparecer en el mercado, así como diferentes DVD recogiendo las actuaciones y programas de televisión más significativos de los intérpretes de la casa. En 2004, editado por Hiposelect Universal y Motown, apareció el primer cofre con los discos de 45 revoluciones publicados por la editora, una edición que ha continuado en sucesivos volúmenes y que contiene, entre otras perlas, versiones alternativas, promociones, rarezas no publicadas hasta entonces. Entre los protagonistas de esta efeméride, Motown 50 -así es como se titula el primer CD de promoción-, se cuenta con un posible revival de los Jackson Five ahora que Michael Jackson ya no vive en el País de Nunca Jamás y que ni el aniversario de Thriller ha conseguido recordarnos cuando tenía la piel más oscura y productores como Quincy Jones a su servicio. En sus momentos áureos como grupo infantil-juvenil, Jackson Five rivalizó con Bugs Bunny como personaje de animación.
A diferencia de otros sellos negros como Stax, que también acaba de celebrar su medio siglo de vida, la Motown y el ojo negociante de Berry Gordy supo olfatear las posibilidades de un mercado juvenil y blanco para sus artistas y canciones. Para algo le gustaba etiquetar su sonido como el de la "joven América". En la calle, los defensores de los derechos civiles se encaminaban hacia el Capitolio, pero en la radio y la televisión lo que se quería escuchar eran bailables canciones de amor o románticas baladas de desamor. Pero las cosas no siempre eran tan previsibles y cuando Martha Reeves & The Vandellas -representantes del soul más jondo- se pusieron a cantar Dancing in the streets, una canción compuesta por Marvin Gaye y Mickey Stevenson, más de uno entendió que aquello era una llamada a la insurgencia y la banda sonora de los motines callejeros que se produjeron en varias ciudades americanas a causa de disturbios raciales. Pero el sueño de Gordy no era ver que sus artistas acabasen mártires como los Black Panthers sino triunfar en las elegantes salas de fiesta y hoteles del Strip de Las Vegas, y desde luego lo consiguió. Encaminó sus objetivos en los años setenta hacia la televisión y Hollywood. Y a Diana Ross hacia la interpretación cinematográfica ni más ni menos que en un biopic sobre la diva del blues Billie Holiday que provocó más de un corte de digestión entre los seguidores del jazz. Diana había hecho suyo el título de su canción Ain't not mountain high enough y para su segunda intervención, Mahogany, hasta Berry Gordy hizo las veces de director.
En estos cincuenta años de actividad musical, el catálogo de la Tamla Motown ha reunido un menú de infarto con nombres como Temptations, que gracias a un productor como Norman Whitfield dejará sus sonidos más aterciopelados para descubrir su lado más enérgico en la pista de baile. Otro tanto hará con Marvin Gaye y un caramelo como I heard it through The Grapevine. Sumemos más nombres: Stevie Wonder, The Isley Brothers, Smokey Robinson and The Miracles, Four Tops, Commodores... Por supuesto que esta lista se merecía un museo, que ya lo tiene. Y una celebración, que en eso estamos. -
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